Wednesday, June 02, 2010

Vera y el socialismo del siglo XXI

Vera y el socialismo del siglo XXI
Publicado el 26/Mayo/2009 | 00:11
Felipe Burbano de Lara
Alfredo Vera ha sacado a flote las ambigüedades del socialismo del siglo XXI con relación al Estado. ¿Hasta dónde va su poder? ¿Cuáles son sus ámbitos de regulación e intervención? ¿Cómo se relaciona con las libertades democráticas, entre ellas la libertad de expresión? En medio de las ambigüedades, las sorpresas: una secretaría creada supuestamente para controlar la corrupción dentro del Gobierno convertida en una oficina de vigilancia y control de la ética y el pluralismo en la televisión y la radio. El famoso Cachito Vera, apasionado, dogmático, imperturbable, cerrado como una concha, convertido en pesquisa del Gobierno hacia los medios, el personaje encargado de las tareas sucias de cualquier régimen de corte policial: vigilar, observar, amenazar.
Las ambigüedades frente al papel del Estado parecieran deliberadas para usar ese enorme poder como fuente de amenaza y chantaje cuando ameriten las circunstancias políticas. Vera lo dice sin rubor: Vera -refiriéndose al periodista- salió de Ecuavisa por no hacer caso a mis reportes; ergo, cuídense, señores periodistas, de no ejercer el pluralismo en sus espacios. Además de temeraria, esa afirmación es torpe, porque proclama una santa alianza con los dueños de los medios en contra de los periodistas críticos. ¡Qué calaña la de Cachito!
Ha inventado una nueva forma de clasificar las entrevistas periodísticas: a favor, neutras o en contra. Deberá ahora elaborar un instructivo no con la definición de cada una de esas categorías –porque eso queda al buen criterio del burócrata de turno-, sino de cuántas entrevistas a favor, en contra o neutras podrán tener los informativos. ¿4 a favor, 3 neutras y 3 en contra? ¿6 a favor, 2 en contra y 2 neutras? ¿Por qué no imponer como regla que todas sean neutras? ¿O por qué no pedir una clasificación previa de los entrevistados para saber en cuál caen y así evitar confusiones?
Bajo su vigilancia, el Gobierno empieza a dictaminar sobre ética y pluralismo periodístico como si existiera algo así como la última palabra sobre temas tan escabrosos. ¿Quién puede enarbolar esa autoridad para justificar su condición de juez ético? Solo una mente absolutista, medieval, sacerdotal, se atribuiría una autoridad de esa naturaleza. La Iglesia disponía de un código moral básico desde el cual cada creyente juzgaba, en la intimidad de su conciencia, los desvíos de su conducta. Cumplido el ejercicio corría donde algún cura para confesarse y encontrar perdón. Bueno, los periodistas tendrán que correr donde el sacerdote Vera para preguntarle si están faltando a la ética y al pluralismo periodístico, y pedirle alguna indulgencia si han pecado. Llegarán reverentes, se pondrán de rodillas frente al funcionario, y dirán: "Bendecidme, padre, porque he pecado". La penitencia podrá ser una semana entera de entrevistas a favor del Gobierno (ja, ja).
Sabemos que el socialismo del siglo XXI es crítico del mercado, de la democracia representativa; sabemos que proclama la intervención del Estado en muchos de los ámbitos de la vida colectiva, pero aún no sabemos bien cómo se relaciona con las libertades políticas. Vera nos dice que una forma de hacerlo es a través de la vigilancia y el chantaje. Cuidaranse, estimados periodistas.

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